domingo, 30 de noviembre de 2008

Las Ledas de Gustave Moureau

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Uno de los artistas que abordaron con más profusión el mito de Leda es el pintor frances Gustave Moureau.

Aunque cronológicamente Moreau se situa en los albores del movimiento pictórico del Romanticismo, suele ser considerado como un precursor del Simbolismo. Interesado, como buen simbolista, por las pasiones y las debilidades humanas se inspiró con frecuencia en la mitología griega: las historias de los dioses olímpicos explican mejor que ninguna otra fuente dichas pasiones.


Moureau hizo varias versiones del mito. En la más conocida (arriba), el pintor emplea una técnica muy personal: el cisne destaca por su blancura con un brillo dorado que le sale tras la espalda. El cuello se retuerce amorosamente y se inclina hasta tocar la cabeza de Leda, que inclina el rostro con una sumisión similar a la que se emplea para representar a la Virgen María en las Anunciaciones. Simbólicamente, Leda extiende su brazo izquierdo como si estuviera encadenada a las flores, en una alusión al sometimiento que produce el amor divino. La pareja está rodeada de formas misteriosas, de ángeles de cuerpos similares a los personajes de Miguel Ángel. Moreau utiliza una técnica que mezcla el óleo con incisiones y dibujos, lo cual complica la imagen y le da un aspecto como de joya de orfebrería, con brillos dorados y plateados. El artista dijo de este cuadro que su Leda era "inmaculada inocencia bajo la blancura divina".












Gustave Moureau (París, 6 de abril de 1826 - París, 18 de abril de 1898), fue un aclamado pintor francés. Nació en el seno de una familia burguesa que no puso obstáculos a su vocación artística. En 1838 comenzó su educación en el internado del Collège Rollin, pero por diferentes motivos debió abandonar dicha institución y proseguir su educación privadamente. En 1841 viajó con su madre y otros parientes a Italia, donde visitó varias ciudades, realizando varios esbozos de paisajes y de monumentos italianos. En 1844, completados sus estudios de bachillerato, ingresó como discípulo en el taller de François-Edouard Picot. En 1847 aprobó el examen de ingreso en la Real Escuela de Bellas Artes de París. Intentó por dos veces obtener el Premio Roma, pero fracasó, motivo por el cual decidió abandonar la Academia. Adoptó un nuevo maestro, el pintor Théodore Chassériau, antiguo discípulo de Ingres y de Delacroix, y conoció por esa misma época a Pierre Puvis de Chavannes, dos años mayor que él, con él que le unían no pocas afinidades. En 1852, empezó a copiar obras de maestros en el Museo del Louvre, pero ese mismo año fue por primera vez admitido al Salón oficial, con una Pietà, y emprendió una destacable carrera como pintor académico. En 1855, en la Exposición Universal de París, exhibió su obra Los atenienses en el laberinto del Minotauro, junto a pintores tan reputados como Ingres, Delacroix, Rousseau y Courbet. En 1857 realizó un viaje a Italia que le permitió conocer la obra de clásicos como Miguel Ángel o Mantegna, y obtuvo el reconocimiento de la crítica en el Salón de 1864, con Edipo y la Esfinge. Su período de madurez se inició a partir de 1870. Su obra muestra una clara preferencia por los temas históricos, bíblicos y mitológicos, siempre desarrollados de forma inquietante y evocadora, a través de la recreación de atmósferas exóticas, a menudo orientales, y del dramatismo de las escenas. Destaca también su particular sentido del color, especialmente llamativo por sus brillos dorados. De entre sus pinturas cabe destacar, entre otras: Aparición (1876), Quimera (1884) y Júpiter y Semele (1896). Perteneciente a la corriente simbolista, Moreau inspiró a los futuros artistas surrealistas, sobre todo a André Breton, Max Ernst y Salvador Dalí. Su obra se exhibe en su mansión parisina, que en 1902 pasó a ser el Museo Gustave Moreau.

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